Ardillas

Ardillas



Es un roedor todavía bastante asilvestrado. Animal de aspecto muy simpático, aunque generalmente poco cariñoso. Lo más conveniente es adecuar una jaula muy amplia de ramas de árboles y juntar varios ejemplares, de esta manera, disfrutaremos viendo cómo se relacionan, sus correrías…

Las ardillas silvestres autóctonas de nuestros bosques están protegidas y no se pueden tener en casa. Las que encontramos en las tiendas de animales están permitidas y criadas en cautividad. La raza más frecuente es la “Ardilla de Corea”, de dorso listado en tonos marrones (en algunos libros podemos encontrarla con su nomenclatura científica: “Eutamias sibiricus”).

Si compramos un ejemplar muy jovencito, tenemos muchas posibilidades de llegar a domesticarlo, acostumbrarlo a nuestra presencia e incluso la posibilidad de meter la mano en la jaula con algo de comida para acariciarle un poco el lomo.

Se puede intentar abrir la jaula y permitir que salga de ella pero con extremo cuidado: sólo en habitaciones pequeñas, muy recogidas, a ser posible sin muebles donde cobijarse. Si no quiere volver por sí misma a la jaula es complicado atraparla. Son más rápidas y más ágiles que nosotros. Además, debemos protegernos con guantes porque si las cogemos mal no dudarán en mordernos para defenderse.
Características



- Fundamentalmente diurnas, se cree que tienen muy buen olfato, oído y vista, y que incluso distinguen bastante bien los colores.
- En condiciones ambientales viven en madrigueras excavadas en el suelo, donde acumulan ordenadamente cantidades ingentes de alimentos secos para el invierno.
- Son animales muy activos, muy ágiles, muy rápidos… necesitan jaulas muy grandes, llenas de ramas y de escondites.
Reproducción



Si pretendemos comprar una pareja de ardillas y maravillarnos al ver cómo se hacen padres, es obligado adquirirlas jóvenes para que se adapten bien a la convivencia y acomodarlas en una jaula muy amplia. Antes de cumplir un año ya son activas sexualmente, aunque su periodo reproductivo tendrá lugar en primavera. Tras un mes de gestación, pueden nacer 3-5 cachorros con una esperanza de vida de entre 8 y 12 años.
Debemos tener claro, sin embargo, qué es lo que preferimos. Por un lado tener varias ardillas que habiten en un espacio limitado, suficiente para entretenernos con sólo mirar como juegan, saltan y se persiguen. Por el contrario, se puede tener estos roedores para domesticarlos con el fin de que nos reconozcan y nos acepten de buen grado. En el caso de que la ardilla viva sola, tendrá más necesidad de sus dueños y se entregará más sumisamente a nosotros al no verse rodeada de animales de su misma especie.
La domesticación



Está asegurada si adquirimos ejemplares muy jóvenes (hablamos de menos de un mes, sin destetar) y que se alimenten con biberón. En estos casos, se puede llegar a tener tal grado de complicidad como para que el animal duerma confiado en la mano o en los bolsillos de su dueño. Sin embargo, no opinamos que esto sea lo mejor. Tiene mayor garantía de supervivencia una ardilla con algún mes de vida, sana y fuerte, a la que podremos convencer de nuestra amistad si somos pacientes con ella, si nos mostramos suaves y si le ofrecemos golosinas.
Enfermedades



Una vez más nos sirven como ejemplo las descritas anteriormente para los hamsters. En general, se consideran más complicadas de manipular, por lo que el diagnóstico y el tratamiento se hará más difícil. Por ello, cuanto mejor conozcamos a nuestra ardilla (para reconocer los síntomas cuando no se encuentra bien) y cuanta mayor confianza tenga en nosotros (para dejarse inspeccionar y tratar), mejor.

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