Cómo educar a un gato





Los gatos, desde que nacen, tienen cierto conocimiento
instintivo, relacionado especialmente con la supervivencia; responden a
ciertos estímulos, aún antes de abrir los ojos, así pueden bufar,
chupar para alimentarse, agruparse con sus hermanitos para darse calor,
desarrollar los sonidos normales del gato, incluso los gatitos sordos,
desarrollar el deseo de curiosear y el sentido común, para distinguir un
posible peligro.
Además de este conocimiento instintivo, los gatos aprenden
ciertas habilidades, que forman gran parte de
su comportamiento, observando a los gatos mayores; actividades tales como los hábitos de caza
son enseñados por
la madre. Además de estos conocimeintos aprendidos de la madre y
otros gatos, los gatos también pueden recibir aprendizaje de sus dueños,
siempre tomando en cuenta que los gatos aman la comodidad, el calor y la
compañía, y que detestan el ruido, el agua y el frío, y además tienen
que estar dispuestos a colaborar.

Para cualquier enseñanza a un gato, debemos tomar en cuenta
fundamentalmente que es un félido, y nunca tratar de darle las mismas
instrucciones o esperar el mismo comportamiento de un cánido. Los
gatos se comportarán de acuerdo a su instinto felino, a veces muchos
dueños esperan que se comporten de acuerdo a los lineamientos de un
perro, y allí encuentran el primer gran problema. Un perro tiene el
esquema de manada igual a los lobos, su instinto le dice realizar
actividades grupales, completamente distinto al de los solitarios felinos.
Y así como nunca esperaríamos que un perro aprendiese a ronronear
satisfecho, no podemos esperar que un gato asuma aprendizajes propios de
cánidos.


Se les quiere bañar; los gatos odian el agua, y son capaces de
mantener su pelaje limpio, sin olor y peinado, con la acción de su lengua
especialmente diseñada para eso. Cuantos propietarios de gatos insisten
en bañarlos, a pesar de la lucha feroz que realizan, uno para bañarlo,
el otro para no ser bañado.

El gato no es un animal paciente como el perro que soporta
resignadamente caprichos y humillaciones a los que a veces los someten los
seres humanos. La paciencia del gato, sólo se manifiesta cuando se torna
útil, por ejemplo, al acechar una presa, y por eso para educarlo, el
proceso de enseñanza nunca debe ser con castigos, con lo cual sólo
se logra desconfianza del animal y agresividad; la educación del gato
sólo debe manejarse con la persuación del beneficio y el premio, en
afecto y alimentos.

Para educar a un gato de acuerdo a nuestro criterio, debemos hacerlo
tomando en cuenta también el criterio de él. Un gato no tratará de
hacer nada que le reporte fastidio o disgusto, siempre tratará de hacer
lo que le sea beneficioso. Así que debemos acompañar la enseñanza de
cosas gratas, y amables. Para el éxito de la enseñanza debemos mostrar
cariño, paciencia, constancia, autoridad, repetición y premios, pero
jamás castigos. Un gato no aprende como un perro, y jamás debe emplearse
un tono elevado de voz, lo cual le inspira miedo o agresión, y le aleja
de la persona que le trata de esta manera.

El gato aprende a seguir haciendo cosas que se le enseñan mediante
el premio y refuerzo cuando lo hacen, pero no aprenden a dejar de hacer
cosas que no se quieren, como rascar muebles, castigándolo por ello. Para
esto, hay que recurrir a pequeños trucos que el gato no relacione
directamente con el dueño, tales coomo tirarle una pelotita de papel bien
apuntada en el momento apropiado, un chorrito de agua o salpicarlo de
agua.


El uso del su arenero, es un aspecto muy importante para el
propietario, y esto lo aprende rápidamente el gatito desde muy
cachorrito. Para esto se le pone con frecuencia en la caja, e inclusive
puede hacer que él escarbe en la arena, ayudándolo nosotros guiando sus
patitas. Jamás restriegue al gatito con su nariz sobre algún error
cometido, pues es probable que entonces él tome ese lugar como servicio
permanete. Sólo limpie el sitio muy bien, y felicítelo cuando lo haga en
el lugar correcto.

Enséñele a responder a su nombre, haga que lo relacione con algo
bueno: caricias o alguna comida. El gato aprende su nombre en poquísimo
tiempo. Para iniciar el aprendizaje de su nombre, llámelo antes de cada
comida, de manera que pueda asociar el sonido con el placer de la comida,
y además en ese momento acarícielo suavemente. ¿Quién puede negarse a
atender rápidamente al llamado por su nombre?

El gato tiene además una particularidad, que es capaz de
“educar” a su dueño para que realice actividades que él
desea, tales como abrirle alguna puerta o ventana, darle algo del
refrigerador, abrirle un chorro para tomar agua fresca, salir al jardín,
cambiar la arena de su arenero, y otras muchas enseñanzas que recibimos
los dueños de gatos, y que conocemos perfectamente los que convivimos con
ellos.


Artículo realizado por el Equipo de Redacción de
MascotAmigas™

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