Psicología y carácter

 

El perro y su entorno: nosotros.


Un aspecto básico es que el perro es un animal de manada. Todos los cánidos, sin apenas excepciones, viven y trabajan
en sociedad. Dado que al separarle de su madre y hermanos de camada, le introducimos en un ambiente diferente, donde
sus únicos compañeros van a ser personas, el perro traslada su comportamiento social a su nueva “manada”. De hecho,
es esta capacidad de adaptarse fácilmente a convivir con las personas la que hace del perro un animal doméstico tan
útil. Hay perros más predispuestos que otros a convivir con la gente, pero esto es algo que depende en general del caracter de la raza
a la que pertenece el perro, y en particular, del propio carácter individual del perro y del trato que recibe.
El perro tratará de adaptarse siempre a las “normas” de su nueva manada. Sin embargo, este margen de adaptación
tiene un límite, por lo que debemos colaborar a que le sea fácil, dándole un ritmo de vida regular, y actuando para
con el teniendo en cuenta una serie de consideraciones que influyen en su convivencia con las personas, relativas a:
  • el carácter del perro,
  • su nivel de inteligencia,
  • comprender su comportamiento y por qué actúa como lo hace, y
  • comprender lo que nuestro perro nos quiere comunicar (él a nosotros ya nos entiende).
Estos cuatro puntos se tratan en detalle en las siguientes secciones.

Carácter.


En toda manada existen unas jerarquías. El perro ha de tenerlas muy claras para sentirse a gusto. Es decir, necesita
saber quien está por encima de él (y puede darle órdenes) y quien por debajo. De cara a evitar problemas, ha de dejarse
muy claro que las personas con las que convive están por encima de él. Pero el cómo acepte la autoridad del amo,
está en relacción con el carácter y la personalidad del perro. En un perro de caracter tranquilo y dócil, esto no presenta mayores problemas. Pero si elegimos un perro de carácter
dominante, hay que demostrarle desde cachorro quién es el que manda, de forma que obedezca por gusto
y por respeto, no por la fuerza. Si el perro nota falta de carácter en sus dueños,
reticencia a castigarle cuando se porta mal o no obedece las órdenes, o incluso falta de interés (se le deja campar a
su aire sin imponerle restricciones), el perro asocia todo esto a un “vacío de poder”. Por instinto tratará de llenarlo,
ya que alguien tiene que dirigir la manada, y ¿quién mejor que él, si piensa que es el más fuerte?.
Por supuesto, no se trata de actuar tiránicamente o aplicar castigos desproporcionados (esto confunde al perro y
¡mucho ojo! son muy sensibles a que se les trate injustamente, y se rebelará). Si tienes un doberman, por ejemplo,
y el animal nota que su amo es severo pero justo, respetará la jerarquía porque se siente a gusto al estar “dirigido”
por alguien que sabe “mas fuerte” que él, y nunca dará problemas.
Algunas normas que conviene seguir:
  • Desde cachorro (¡especialmente cuando es cachorro!), al jugar “a pelear” con el no debe permitirsele que se ponga encima.
    Es una posición de dominio, e intenta alcanzarla para saber a qué atenerse. Muy bien, pues se le explica: en cuanto se pone
    encima, con firmeza, se le echa al suelo, se le pone panza arriba y se le inmoviliza unos instantes.
  • Se le dejan juguetes a mano, que serán suyos. Si intenta coger cualquier cosa que no se le haya dado, se le quita
    sin contemplaciones.
  • Si quieres hacerle mimos, que se los gane. Es decir, si te apetece acariciarle porque sí, dale cualquier orden (sientate,
    ven aqui, …) y cuando la cumple, se le hacen todas las caricias que te apetezcan (de paso esto sirve para educarle).
  • Un privilegio del jefe de la manada (entre los cánidos) es que puede tocar a cualquier otro miembro del grupo cuando le apetece.
    Tócale de vez en cuando, haciendo que se acueste y acariciandole todo el cuerpo, barriga incluida (ponerse panza arriba
    es muestra de sumisión). Por supuesto, no debe permitirsele que él te toque siempre que le apetezca.
  • Hay que usar “el palo y la zanahoria” con justicia, premiandole cuando obedece y castigandole
    de alguna forma cuando no obedece. De hecho, hay que hacer que obedezca quiera o no. Así sabrá quien dá las ordenes,
    y que a él le toca obedecer. Por supuesto, tan malo es castigarle sin motivo como no premiarle ni con una simple
    caricia cuando se lo gana.
  • Normalmente, convive más de una persona con el perro. El perro notará también la existencia de una jerarquía implícita,
    y hay que tratar de no confundirle. Por ejemplo, supongamos que se trata de una pareja con dos hijos, mas el perro. Un par de ejemplos:
    • Uno de los niños se porta mal ante el perro. El perro lo sabrá (entienden más de lo que parece). Ha de ver que el
      otro “cachorro” también recibe su castigo. De lo contrario se sentirá agraviado.
    • Si el perro asume que el padre es el “jefe” (detecta que hay un “macho dominante”, que es lo normal entre sus
      congéneres), si la madre tiene que pegarle una bronca al padre por el motivo que sea, es mejor que el perro no lo
      vea. De lo contrario asume que se puede cuestionar el rango, y cuando sea adulto tanteará sus posibilidades de
      “ascenso” en la jerarquía.
Cómo determinar el carácter de un perro.
Al adquirir un cachorro, y siempre que se pueda escoger, es conveniente hacer pasar una prueba de carácter
a los candidatos. Recuerda que, en principio, el perro va a pasar contigo entre 10 y 20 años, de modo que
hay que asegurarse de que el carácter que tiene es compatible con el tuyo, el tipo de vida que va a tener,
el uso que pretendas darle (perro de compañía, vigilancia, defensa…), de modo que si no quieres tener que
librarte de él en cuanto se hace adulto, mejor elige bien.
Por supuesto, si el perro es de pura raza, adquirido a través de un criador profesional, los rasgos generales
del carácter van a ser los de la raza. El test que se expone a continuación tiene dos objetivos:
  • Si eliges un perro de raza indeterminada (por ejemplo, la perra de un amigo tiene cachorros y decides
    adoptar uno). Si son mestizos su carácter es una incógnita, de modo que es conveniente saber qué te llevas.
  • Aún en el caso de que el perro sea de raza, cada uno tiene sus rasgos de personalidad únicos. Por ejemplo,
    si se trata de un pastor alemán, puedes determinar cual es el más agresivo de la camada (si quieres un perro
    de defensa), el más atento (si su principal tarea será la vigilancia) o el más tranquilo (si solo pretendes un perro
    para que te haga compañía en tus excursiones montañeras, por ejemplo).
El test de carácter
debe pasarse siendo el animal lo más joven posible (preferiblemente antes de que tenga dos o tres meses). Si es mayor,
las costumbres adquiridas se superponen a la personalidad básica, y esto puede deformar los resultados del test.


Inteligencia canina.


La inteligencia es un término difícil de definir, aunque instintivamente somos capáces de distinguir si un animal muestra
actitudes “inteligentes”. En el caso de los perros, es indudable que requerimos de ellos un gran número de cualidades,
muchas de las cuales no se pueden explicar recurriendo a su instinto, sino que deben ser educadas. Y ciertos aprendizajes
son tan complejos que no se pueden lograr como una simple respuesta automática a una orden, sino que exigen una
cierta capacidad mental por parte del perro. Según Stanley Coren (profesor de psicología y adiestrador de perros) podemos distinguir tres tipos de inteligencia en los perros:
  • Inteligencia instintiva.
  • Inteligencia adaptativa.
  • Inteligencia funcional o de obediencia.
La inteligencia instintiva son las cualidades fruto de la herencia genética. A través de la selección de las
diversas cualidades, fomentando mediante la crianza aquellas que interesan, se tienen las diversas razas de perros.
Como los perros se crian para que hagan algo, es preferible criar aquellos que ya hacen por instinto el trabajo deseado, en lugar de
tenerselo que enseñar. Así se consiguen, por ejemplo, perros de rastreo que no ladran: en lugar de enseñarles a no ladrar,
para no espantar a la caza, se crian aquellos que no ladran. Por otra parte hay razas de perros extremadamente torpes,
a los que apenas se les puede enseñar nada, ni tienen inteligencia instintiva. Los perros de origen chino (chow-chow) o polinesio,
apenas son más listos que una oveja. Se los criaba como comida (aún se hace), y ¿a quién le interesa un alimento
inteligente?.
Dado que la inteligencia instintiva está inscrita en los genes, poco se puede hacer para cambiarla. Por ejemplo, es
inutil enseñar a cazar conejos a un pastor escocés (los del tipo “Lassie”); estos perros tienden por instinto
a agrupar un rebaño, así que es más probable que intente hacer que un grupo de conejos se reuna en un circulo,
en lugar de atrapar uno.
La inteligencia adaptativa es la capacidad de sacar relaciones de causa-efecto, y obrar en consecuencia. Dicho
de otra forma implica la capacidad de aprender de las situaciones y resolver problemas. Aclarandolo con algunos ejemplos
sencillos:
Un perro muestra capacidad de aprendizaje si, por ejemplo es capaz de deducir que cuando su amo: 1) se levanta del
asiento, 2) se pone unos zapatos, 3) abre el armario donde guarda la correa del perro, 4) coje la correa, y 5) finalmente, le
llama, es que van a salir de paseo. Con el tiempo, un perro poco inteligente seguirá sin moverse hasta que le llame, por
muchas veces que se repita la situación. Un perro con una capacidad mediana, empezará a mover la cola y a prestar
toda su atención al amo en el punto 3). Si en el punto 2) ya está encima de ti, quizás sea “demasiado” inteligente (puede
que vayas a salir con él, puede que no, pero, por probar…
La resolución de problemas es otro aspecto de la inteligencia adaptativa. Un perro que al verte por una ventana,
solo es capaz de pegar el hocico a la misma intentando llamar tu atención, no está dando muchas muestras de
capacidad de resolver un problema. Pero si al cabo de un rato, abandona la ventana para buscar un camino para llegar
a tí, y encuentra una puerta en otro lado de la casa, ha sido capaz de resolver el problema “cómo ir de A a B si el camino
directo no está practicable”.
La inteligencia funcional o de obediencia es la cualidad que permite que los perros nos sean útiles. Tiene un componente de
capacidad de aprendizaje, en el que influye la int. adaptativa, pero además, está su disposición a colaborar, es decir, a seguir
aquellas órdenes que ha aprendido a obedecer. Este factor tiene más influencia de la personalidad del perro, que de su
inteligencia per se. Un perro con inteligencia adaptativa elevada, pero incapaz de obedecer órdenes, es tan poco útil como
un perro torpe y obtuso.
La inteligencia de obediencia es algo que va por razas, ya que para según qué tareas es más o menos necesario que el perro
sea obediente.
El siguiente test de inteligencia
permite evaluar el “coeficiente de inteligencia” canino (no considera la instintiva, pues ya hemos dicho que es un factor
seleccionado genéticamente y depende del tipo de trabajo al que se dedica una raza en cuestión). Ha de pasarse
cuando el perro ya tiene por lo menos un año de edad
, ya que si es más joven, puede obtener resultados pobres, no

porque sea torpe, sino porque aún no ha madurado lo suficiente.
Las distintas razas de perros tienen un nivel diferente de los 3 tipos de inteligencia, que no pueden sobrepasar una vez llegados
a cierto punto, pero se puede trabajar con el perro para que alcance su máximo. Una educación adecuada desde cachorro,
permitirá mejorar su personalidad y aumentar su inteligencia funcional y de obediencia.

Comportamiento.


Un perro se comporta según su instinto, según su inteligencia, y según el trato que le demos y la educación que
reciba. En general, según se comporte el amo, así se comporta el perro (y muchas veces se comportan igual). En la página sobre educación
se explica éste factor. Cuando vemos un comportamiento que no se puede explicar por la educación recibida,
suele estar en función de los factores instinto social, carácter, e inteligencia del perro. De todas formas, recuerda que la mayor
parte de los problemas tienen su origen en una educación incorrecta de modo que conviene buscar primero la explicación en este
sentido.
perros que viven en la ciudad suelen presentar más problemas de comportamiento, ya que el entorno es mucho
ajeno a su carácter natural. Los perros que viven en el campo no suelen tener muchos problemas de comportamiento,
ue trabajan, tienen más libertad de movimiento, y su entorno es más apropiado para ellos.

Comunicación.


Lo que entienden los perros.
La capacidad de comprender de los perros varía según su nivel de inteligencia, pero en todos los casos son capaces
de entendernos de tres formas diferentes:
  • lenguaje hablado (órdenes verbales y palabras que no son órdenes).
  • gestos (órdenes gestuales).
  • nuestro lenguaje corporal inconsciente.
Según su nivel de inteligencia son capaces de aprender más o menos palabras y gestos que corresponden a órdenes
explícitas (“ven aqui”, “sientate”…). El que obedezcan o no ya depende de su disposición a colaborar, pero lo cierto
es que entender, entienden perfectamente. Hay diferencias según las razas: algunas solo entienden media docena de
órdenes y son incapaces de aprender más, y otras, como el pastor alemán, pueden aprender y distinguir más de
un centenar (incluyendo palabras que no les hemos enseñado expresamente, pero que por observación y deducción
han aprendido lo que significan). Esto se refiere tanto a las órdenes verbales como a las dadas mediante gestos.
En cuanto a nuestro lenguaje corporal inconsciente, son extremadamente sensibles (más aún que las personas).
Nuestros gestos varían según nuestro estado de ánimo y emociones, y los perros lo captan perfectamente, y
responden a ello.
Y nosotros, ¿los entendemos?.
Los perros, además de la capacidad de comprender el lenguaje, como animales sociales necesitan también la capacidad de
expresarse. También lo hacen mediante vocalizaciones, gestos, y lenguaje corporal.
Un perro, al comunicarse, lo puede hacer en tres aspectos:
  • comunicar su estado emocional.
  • expresar sus deseos y necesidades.
  • relaciones sociales (liderazgo, rango, marcación del territorio).
No es bueno ignorar su expresiones, ya que podemos sacar mucha información de ellas. Los matices de significado
que pueden expresar son muy variados, y conviene entenderle más allá de que “si gruñe está enfadado y si mueve la cola
está contento”, y pensar que eso es suficiente.
Dada la gran variedad de señales, incluimos a continuación un
diccionario
variado de sonidos, gestos y expresiones, para saber qué significan o qué nos quiere decir el perro, y ser capaces
de actuar en consecuencia. Recordemos que el perro es uno más de la familia y es bueno escucharle cuando
tiene algo que decir.

Autores: Antonio Rivas Gonzálvez y Carmen Castro Baldellou

Comentarios

Entradas populares